me detuve un instante en su cuello. el cable de los auriculares dibujaba una delgada línea de sombra hasta el hueso de su clavícula. los labios concentrados murmuraban sin gesticular. mil novecientos noventa y dos. o quizás noventa y tres. como sea, la diferencia es abismal. me pregunto si conociste las galletitas en lata, los muerde cordones y los vasos plegables. muerte en venecia. bajamos en la próxima y nadie se entera. inaceptable, pecaminoso, ilegal. vamos. sigamos caminando. entonces noto que no soy más alta que vos y eso me deja tranquila. entonces nos detenemos con violencia muda en la primera esquina. entonces morimos en éxtasis cuatro minutos o mil. todo es sepia ¡venecia! me pregunto si conociste las galletitas en lata, los muerde cordones y los vasos plegables. bajamos en la próxima y nadie se entera. acqua alta. estoy inundada de alucinaciones. logro salir de la hipnosis a la que me sometió tu indiferencia plácida. bajemos y caminemos hasta la primera esquina, pero en colores. ¿dónde..? grito con la mirada, recorro el andén vacío ciento ochenta grados. te llevó la marea mientras yo moría en venecia.
martes, 23 de noviembre de 2010
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