miércoles, 19 de agosto de 2015

Sueño

Lo que más repulsión me da de las lombrices es su movimiento lento pero obstinado, su atrevimiento, su mansa amenaza. Operan sin un objetivo más que el de danzar y generar un sórdido y continuo movimiento de nada, exhibiendo su inocente repugnancia. No tienen la culpa, no tienen maldad y yo igual las detesto. Lo que más repulsión me da de esos bichos es que no hay razón por la cual yo no las acepte, como sí puedo aceptar una araña, una cucaracha o un sapo.

En el sueño, yo abría la puerta de un lugar, un ambiente (una habitación X en un lugar X) y lo primero que veía era una lombriz mezcla con serpiente que se iba levantando en el marco de la puerta (yo estaba del lado de adentro de esta suerte de habitación) como amagando entrar, lo curioso es que se iba haciendo cada vez más grande (como el sueño del limón amarillo que crecía cada vez más y más*).

Yo estaba acompañada de un chico algo andrógino que después me percaté de que era un personaje que aparece en la tercera temporada de Orange is the New Black, un chico con quien estuvo Doggett y que aparece en unas escenas de flashback.

Él estaba conmigo, y cuando veo la lombriz-serpiente queriendo entrar le ordeno: “matala, matala ya!”, siendo consciente de que por un miedo mío estaba delegando matar. Mucha culpa, muchas sensaciones mezcladas. A la vez, pensaba: pobre, está viva y tiene derecho a seguir estando viva. Y él  se ponía mal pero terminaba matándola, y después se ponía a llorar, se sentía enojado con él mismo y luego conmigo. Me decía: "quién sos vos para ordenarme matar a la serpiente y por qué tuve que hacerte caso". Él estaba mal y eso hacía que yo también me pusiera mal, pero a la vez me reconfortaba la idea de que la serpiente ya no era una amenaza (a medida que iba avanzando el sueño el concepto era cada vez más de serpiente, es decir, menos lombriz)

Cuando le conté este sueño me dijo que, desde su punto de vista, no es malo soñar que matás. Yo soñé que asesinaba personas, decía. Con mis propias manos. Súper vívido. Matar para nosotros es quitar la vida pero también es cortar vínculos, separar, sobrevivir uno, imponerse, hacerse escuchar, no dejarse matar. La lombriz es un animal ciego e inofensivo. La serpiente, no. Algo inofensivo va desenmascarando un costado cruel y vos no lo dudas, pero tampoco operas. Tu intuición, quizás es correcta, pero exigís que otra persona haga tu voluntad porque vos estás mas allá, o sos demasiado mucho o demasiado poco para hacerlo vos misma. 
Estas palabras fueron su respuesta y me dejaron pensando en el consecuente devenir de los hechos. En que, finalmente, tuve que obrar y matar a la serpiente que había dejado de ser lombriz con mis propias manos, tragándome la tristeza de aniquilar algo vivo, mas sintiendo el alivio de la calma.