Aspirando el perfume de mi planta (reina del balcón, afable ahuyentadora de mosquitos atrevidos) se infiltró una flor por mi fosa nasal izquierda. No sabía que ya habían brotado sus pequeñas flores, tal vez no quise verlas a propósito.
Creo que se me fue al cerebro, porque hasta ahora no la estornudé. Buceará entre mis neurotransmisores (imagino) y encontrará refugio en un lugar familiar: mi permanente recuerdo hacia vos. Un mullido espacio en desuso donde podrá la flor quedarse y tomar el lugar de aquel recuerdo.