Confié en tu nombre y no eras tu nombre. Siempre adoré tu
nombre. Hablás papel de lija, decodifico canciones. Hambre. Hambre. Tu piel
manteca es la perdición, qué extraño todo; soy de Marte pero me adapto a estos
pagos. Me volví permeable,
lejanos terrícolas. Tan sólo soy una más aprendiendo los pasos de un baile
bobo, tratando de quererlos como son. Cedo, me importás
poco, poquísimo y sigo cediendo hasta tu piel hecha aceite y la chupo y no sabe
como se veía. Los huesos se
me entumecen cuando duermo, defensa que los guardianes miniatura ordenan para salvarme ante posibles espasmos, y me despierto extraña, pero el dolor se va rápido. Papel de lija
canciones hambre. Por qué no puedo
hacer como ellos que intercambian cosas gustosamente, por qué me esmero en
penetrar en la ciénaga que hay en tu tórax, oda a una verdad retorcida. No me
interesa el olor de las flores de aquí ni las cosas que ustedes, terrícolas, llaman reales. Será
mejor volver a casa donde me esperan varios como yo, tal vez podamos hacer un
fuego y quemar viejos valores bajo la luz de la luna.
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