domingo, 22 de agosto de 2010

pez

el cuerpo se le retorcía como un pez que lucha por sobrevivir fuera del agua. se movía y temblaba sin poder controlarlo.
me acuerdo de la expresión de su boca, siempre tenía una mueca como de estar por reírse a carcajadas, pero se contradecía con su mirada seria y un poco perdida.
la primera vez llamé a su mamá, pero se enojó tanto que le tuve que prometer que no la volvería a llamar en esas situaciones que sólo compartía conmigo; agonía de pececito.
yo no tenía experiencia, entonces la calmaba contándole cosas intrascendentes, como lo que había hecho en el colegio o de quién gustaba alguna compañera.
entonces cuando empezaba a prestarme atención se olvidaba de la agonía, y la distracción hacía que poco a poco comenzara a recomponerse.
no sé cuándo fue que dejamos de vernos. siempre sospeché que sus papás tenían celos de que ella sólo confiara en mí.
se mudó lejos. las tardes me costaban más que levantarme a la mañana. veía tele sola, dibujaba sola y a veces me olvidaba de merendar.
hace poco volvimos a vernos. tenía el pelo más largo y estaba muy alta. no nos dijimos casi nada, hablamos de banalidades.
cuando terminamos el café con leche y la incomodidad propia del paso del tiempo comenzaba a manifestarse, decidimos irnos.
me dio un papel que guardé en el bolsillo de la campera para leer en mi casa.
pasaron muchos años pero el contenido de la carta delataba un vínculo que seguía intacto.
un viento esperanzador, olas de libertad y una corazonada de buen porvenir.
al fin éramos grandes.

4 comentarios:

  1. La simpleza de la historia, ese aire naíf que purifica mis pulmones, la nostalgia mi adicción. Muy lindo relato!

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  2. Muy lindo, me resultó una invitación a leer. Eso sí, me quedé con ganas de más.

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  3. gracias, dropi. soy un poco amarreta con la información de mis textos, lo sé. espero que, de todas formas, lo no dicho y latente siga siendo una invitación a leer y a imaginar

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  4. Qué precioso, hondo relato, cómo se impone lo no dicho!

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